En la última sesión de Claustro, celebrada el pasado 3 de marzo, se aprobaba la reforma de Estatutos de la Universidad de Granada, un proceso que, con el completo desconocimiento de la comunidad universitaria, se ha llevado de forma ilegal en toda su extensión.
El primer paso del proceso fue la creación de una comisión, que, posteriormente, elaboró un texto de reforma y lo expuso para que fuera enmendado por parte de los claustrales. Tras el plazo de presentación de enmiendas, dicha comisión presentó al Claustro un texto final de reforma, de manera que la comisión aceptó o denegó cada enmienda presentada, en lugar de hacerlo el Claustro.
Según el artículo 226 de los Estatutos vigentes durante el proceso, “se abrirá un debate durante el cual se podrán presentar enmiendas.” y, según el artículo 27, “El debate y votación de cada enmienda, comenzará con la defensa por el enmendante […] y de ser aprobada, se incorporará al texto del Proyecto en discusión.”; de manera que el proceso de reforma de los estatutos es claramente ilegal.
Se ha violado el derecho de los claustrales ha presentar enmiendas, ya que éstas deben ser votadas por el pleno del Claustro y no por la comisión; no tiene lógica que una enmienda sea resuelta por la misma comisión que propone el texto a enmendar. Como consecuencia inmediata, se omite todo debate acerca de la reforma de los Estatutos de la Ugr. La pregunta que cabría preguntarse es: ¿Es que los claustrales que han votado a favor del texto final de la comisión no conocían la ilegalidad del proceso? Y la respuesta es clara y más teniendo en cuenta el documento presentado por uno de los claustrales denunciando dicha ilegalidad y el nulo debate existente en el pleno del Claustro.
Y la cosa no termina ahí, una de las modificaciones que se han hecho a los Estatutos es suprimir aquello de “se abrirá un debate durante el cual se podrán presentar enmiendas.” del artículo 226, entre otras muchas cosas.
El Claustro, máximo órgano de decisión de la Universidad, actualmente es un circo donde se privan los derechos democráticos como es el debate y nadie (o casi nadie) da cuenta de ello. La comunidad universitaria, la supuesta vanguardia de la sociedad, vota a favor de la restricción de sus propios derechos democráticos y en contra del debate... ¿Qué más podemos esperar?
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