A diferencia de la universidad de masas de los siglos XVIII-XIX, debido a una revolución tecnológica y mayor demanda de trabajo intelectual, ahora nos encontramos con la universidad-empresa, donde la renovación constante de tecnologías se traduce en una exigencia de flexibilidad, reciclaje, formación básica más que especializada… Esto se entiende por un lado, desde la crisis del 70, que hace reestructurar la economía y el estado de bienestar privatizando aquellos sectores que aún estaban en manos de los estados (sanidad, transporte, comunicaciones, o la educación). Y por otro lado, la nueva idea de la sociedad del conocimiento (todo es información, el nuevo poder mediático) y la economía basada en las tecnologías de la información y comunicación.
Entendemos ahora como, con la liberalización del sector servicios y el discurso de la sociedad del conocimiento, la educación superior es uno de los puntos clave, especialmente rentable si se convierte en mercancía, teniendo en cuenta que en todas las sociedades de todas las épocas, la educación, ha servido como forma de mantener el dominio, formando, por un lado, a la clase dominante y capacitando al resto de estudiantes para un trabajo cualificado en las condiciones en que se demande.
Esta concepción de la educación como mercancía comienza a verse desde la Estrategia de Lisboa, que, motivada por la competitividad con Estados Unidos principalmente, impulsa un crecimiento económico de la Unión Europea basada en la desregularización laboral, las tecnologías y la liberalización de los servicios, incluida la educación.
A partir de ahí, nace la declaración de la Sorbona (en 1998), de Bolonia (en 1999), en la que los ministros de educación de distintos países proponen cambios en la educación universitaria para crear el Espacio Europeo de Educación Superior. Luego, se suceden diversas declaraciones y comunicados que siguen ahondando en el proceso de Bolonia y marcando las directrices que se podrían seguir.
En todas estas reuniones participan los llamados ‘agentes externos’, que en la mayor parte de las veces son lobbies empresariales, grupos financieros muy influyentes en las tomas de decisión. (ej. de la cumbre de rectores de Barcelona donde fueron 300 y 50 representantes de empresas).
La declaración de Bolonia no es una ley, es una reforma educativa que será aplicada, o no, a nivel de cada estado. En nuestro caso, en el estado español, con el gobierno de Aznar, siguiendo las directrices de dicho plan, se aprobó la LOU. Básicamente, las principales novedades que introduce en la política universitaria es:
- que el Consejo Social esté compuesto por ‘personalidades de la vida, cultural, profesional, económica y social que no podrán ser miembros de la propia comunidad universitaria’, esto es, en su mayoría representantes de empresas; antes era un órgano meramente consultivo, pero ahora se le da las funciones de supervisar las actividades económicas, aprobar el presupuesto de la universidad y promover la colaboración de la sociedad en la financiación de la universidad. Lo que hace es consolidar la idea perversa de que los intereses de las empresas son los de la sociedad en general.
- la creación de la ANECA (agencia nacional de evaluación, certificación y acreditación), ente independiente de la universidad que establecerá los criterios para aprobar qué titulaciones serán oficiales o no, siendo dos de sus objetivos el rendimiento de la universidad y su competitividad (art.31).
- la introducción de la financiación privada en la investigación de las universidades públicas y la posibilidad de creación de sistemas mixtos (fondos públicos para fines privados) y de empresas por parte de personal público, pudiendo el profesorado quedarse en ellas, en vez de dando clases, hasta cinco años, y más, siendo considerado como una excedencia voluntaria. Además reconoce como uno de los objetivos de la investigación de las universidades públicas el fomentar la competitividad de las empresas (art.41).
Esta LOU ha sido modificada en parte por el actual gobierno, pero en lo sustancial queda intacta. Por su parte, se han ido elaborando reales decretos que van dando forma a la implantación del EEES en el estado español, que será definitiva en el curso 2010-2011.
Éste, el EEES, dice tener como principal motivación la creación de un único espacio común para fomentar: la competitividad internacional del sistema educativo europeo, la movilidad de toda la
comunidad universitaria y la formación a lo largo de toda la vida.
Así sus tres principales ejes son una revolución pedagógica, la movilidad y la adaptabilidad de las enseñanzas.
La nueva metodología docente se centra en el aprendizaje del alumnado, en la adquisición de competencias más que conocimientos teóricos. Para ello se introduce el nuevo crédito europeo o crédito ECTS (sistema europeo de transferencia de créditos), que sustituye el actual crédito basado en 10 horas lectivas del profesorado, por 25/30 horas de trabajo del estudiantado, ya que incluye no sólo las clases magistrales sino también las prácticas, tutorías, tiempo de trabajo en casa, preparación y realización de exámenes, es decir, el tiempo que realmente dedicamos al estudio. Cada curso tendrá 60 créditos, y constará de 36 a 40 semanas, lo que, haciendo cálculos conlleva a dedicar de 38 a 50 horas a la semana al estudio (50 horas es más que una jornada de ocho horas durante seis días a la semana). Esto nos convierte en estudiante a tiempo completo, de hecho es lo que se supone que debemos hacer tal como dice el real decreto, sin dejar tiempo a una autoformación, a trabajar a la par que se estudia, a organizarse o cualquier otra actividad extrauniversitaria. Y esto ya lo están comprobando compañeras de otras carreras que estén haciendo planes pilotos con clases por las mañanas y prácticas por la tarde sin tiempo para nada más.
Como segundo principio estaba la movilidad, que se basa realmente en la adaptabilidad de las distintas titulaciones de los diferentes países, lo que era el tercer punto fuerte de Bolonia, y ésta se consigue mediante una estructura común de todas las universidades europeas de tres ciclos de enseñanza: grado, máster y doctorado.
Las actuales carreras desaparecen y se crearán otras, o las mismas, no se sabe aún, estructuradas en ramas de conocimiento (humanidades, sociales, ciencias, ciencias de la salud e ingenierías).
El grado es una formación básica orientada a la actividad profesional. Tiene 240 créditos, de los cuales mínimo 60 son de formación básica, al menos 36 de ellos comunes a toda la rama, y el resto de la misma u otra rama o materias transversales. También un máximo de 60 de prácticas externas, de 6 a 30 del trabajo de fin de grado, y hasta 6 de otras actividades universitarias. Sumando tenemos que nos quedamos con curso o curso y medio con asignaturas propias de la titulación escogida, con lo que se entiende muy bien lo de la formación básica, en la práctica es un tercero de bachillerato.
El máster es una formación avanzada orientada a la especialización o iniciación en la investigación. Consta de entre 60 y 120 créditos, de los cuales entre 6 y 30 son del trabajo fin de máster.
Y el doctorado es una formación avanzada en las técnicas de investigación, sin créditos mínimos estipulados necesarios para completar el estudio del Programa de Máster. Solamente en el caso del doctorado el real decreto especifica que se dará un certificado que será condición necesaria para tener un contrato en las prácticas.
En estos dos últimos ciclos no existe sistema público de becas, sino las conocidas como becas-préstamo (esto hay que revisarlo: están los préstamos renta también k son para grado, máster y doctorado…), que se han de devolver cuando la persona que la haya solicitado tenga un trabajo en el que gane más de 1.500 euros al mes, y si eso no se cumple a los 15 años, pagarlo de todas maneras.
Quizás muchos de los cambios propuestos no nos parezcan tan desastrosos porque ya hemos empezado a sufrirlos o directamente nos suenen bien, de hecho, así en abstracto algunas reformas, como por ejemplo el aumento de las prácticas en la educación sí que es un cambio cualitativo para mejor y no basar la educación únicamente en clases magistrales donde el profesorado dicta y nos dedicamos a copiar lo que dice. Pero el problema es cómo se materializan esos cambios, de ahí la importancia de conocer cómo se gestó el proceso, ya que nos muestra la intencionalidad que hay detrás: convertir la educación en mercancía competitiva para intereses de las clases dominantes.
Así, y sin decir que el actual sistema educativo sea perfecto, ahora tenemos ya una estructuración de la enseñanza en ciclos, pero con la estructura grado-posgrado lo que se consigue es, por un lado, que la mayoría del estudiantado tenga una educación básica que consiste en capacidades, y flexible, adaptable al mercado laboral. Ahora entendemos a lo que se refieren con el aprendizaje para toda la vida: un constante reciclaje para adaptarnos al siempre cambiante mercado laboral, en el que las empresas externalizan costes: en vez de impartir la formación necesaria para un puesto concreto, ahora somos nosotros quienes tenemos que costearlo. De hecho, una de las ventajas del nuevo sistema dicen que es la mayor empleabilidad, lo que no dicen es en qué situaciones o condiciones. En definitiva, se convierte la universidad en una fábrica de precarias.
Y por otro lado, crear una élite intelectual, que será el estudiantado que pueda acceder a los master y doctorados, que serán quienes tengan los mejores trabajos, especializados (ahora ‘sobran’ las personas licenciadas). Tengamos en cuenta que ya no hay becas en esos ciclos y que la media del mínimo coste de matrícula de un máster es de 3.000 al año. De hecho, hace cuatro años, en Madrid, en un encuentro sobre educación europea se reconoció que la intención es que sólo el 10% del alumnado logre estudiar el doctorado.
Además, como serán los doctorados y másteres los que den más dinero a las universidades, intentarán impartir aquellos estudios más atractivos al estudiantado, que, teniendo en cuenta que tiene que devolver la beca cuando trabaje, serán aquellos en los que se pueda colocar más fácilmente. Así, debido a esta lógica de mercado, asignaturas como filosofía, filologías o historia quedan totalmente marginadas, lo que importa es la rentabilidad, no aprender lo que motiva e interesa a cada cual, como clientes debemos escoger aquel producto que más rentabilice en dinero en él invertido.
Entonces tenemos las que dicen que son las tres ventajas del EEES:
Movilidad: falso, no se promueve realmente si no dan ayudas suficientes, con lo que sólo podrán moverse aquellas personas que lo puedan pagar; además, ya existen los programas sócrates y erasmus, si van mal, que se aumente la cuantía de la beca.
Adaptabilidad: eso de que van a valer lo mismo las titulaciones por el hecho de que haya una estructura común es falso porque, por un lado, se crearán estatus de universidades de diferente prestigio, y por otro, no son adaptables totalmente: aquí en el estado español el grado es de 240 créditos, pero en el resto de países europeos es de 180.
Y la nueva metodología docente, no nos hace aprender más, sino que se rebaja la calidad de la enseñanza con el grado y la elitiza en el posgrado, nos hace estudiantes a tiempo completo y encima tenemos que pagar por el trabajo que hacemos en casa. Además, un aspecto que se quiere resaltar es la autonomía de las universidades, esto es, ellas serán quienes elaboran los planes de estudios y decidirán qué títulos impartir, sin que estén sujetas, como hasta ahora, a un catálogo del gobierno. Esto que en principio podría ser positivo por cuanto evita la constricción de las universidades a ciertas materias que el estado, pero en la realidad será una motivación para evitar aquellas carreras no rentables.
En general, si se ven como deficiencias tanto la falta de movilidad, la no adaptabilidad de las titulaciones y el actual sistema docente, podrían haber propuesto otras soluciones que no implicasen la introducción de la financiación privada y los criterios mercantiles. Podrían haber abierto un debate en la universidad en la que poder discutir qué educación queremos, qué fallos tiene el actual sistema, qué soluciones vemos; pero en la realidad éste ha sido un proceso totalmente antidemocrático, en el cual no se ha consultado ni al profesorado, ni al alumnado, ni al PAS, a pesar de que introducen mejoras supuestamente en nuestro beneficio.
Entendemos ahora como, con la liberalización del sector servicios y el discurso de la sociedad del conocimiento, la educación superior es uno de los puntos clave, especialmente rentable si se convierte en mercancía, teniendo en cuenta que en todas las sociedades de todas las épocas, la educación, ha servido como forma de mantener el dominio, formando, por un lado, a la clase dominante y capacitando al resto de estudiantes para un trabajo cualificado en las condiciones en que se demande.
Esta concepción de la educación como mercancía comienza a verse desde la Estrategia de Lisboa, que, motivada por la competitividad con Estados Unidos principalmente, impulsa un crecimiento económico de la Unión Europea basada en la desregularización laboral, las tecnologías y la liberalización de los servicios, incluida la educación.
A partir de ahí, nace la declaración de la Sorbona (en 1998), de Bolonia (en 1999), en la que los ministros de educación de distintos países proponen cambios en la educación universitaria para crear el Espacio Europeo de Educación Superior. Luego, se suceden diversas declaraciones y comunicados que siguen ahondando en el proceso de Bolonia y marcando las directrices que se podrían seguir.
En todas estas reuniones participan los llamados ‘agentes externos’, que en la mayor parte de las veces son lobbies empresariales, grupos financieros muy influyentes en las tomas de decisión. (ej. de la cumbre de rectores de Barcelona donde fueron 300 y 50 representantes de empresas).
La declaración de Bolonia no es una ley, es una reforma educativa que será aplicada, o no, a nivel de cada estado. En nuestro caso, en el estado español, con el gobierno de Aznar, siguiendo las directrices de dicho plan, se aprobó la LOU. Básicamente, las principales novedades que introduce en la política universitaria es:
- que el Consejo Social esté compuesto por ‘personalidades de la vida, cultural, profesional, económica y social que no podrán ser miembros de la propia comunidad universitaria’, esto es, en su mayoría representantes de empresas; antes era un órgano meramente consultivo, pero ahora se le da las funciones de supervisar las actividades económicas, aprobar el presupuesto de la universidad y promover la colaboración de la sociedad en la financiación de la universidad. Lo que hace es consolidar la idea perversa de que los intereses de las empresas son los de la sociedad en general.
- la creación de la ANECA (agencia nacional de evaluación, certificación y acreditación), ente independiente de la universidad que establecerá los criterios para aprobar qué titulaciones serán oficiales o no, siendo dos de sus objetivos el rendimiento de la universidad y su competitividad (art.31).
- la introducción de la financiación privada en la investigación de las universidades públicas y la posibilidad de creación de sistemas mixtos (fondos públicos para fines privados) y de empresas por parte de personal público, pudiendo el profesorado quedarse en ellas, en vez de dando clases, hasta cinco años, y más, siendo considerado como una excedencia voluntaria. Además reconoce como uno de los objetivos de la investigación de las universidades públicas el fomentar la competitividad de las empresas (art.41).
Esta LOU ha sido modificada en parte por el actual gobierno, pero en lo sustancial queda intacta. Por su parte, se han ido elaborando reales decretos que van dando forma a la implantación del EEES en el estado español, que será definitiva en el curso 2010-2011.
Éste, el EEES, dice tener como principal motivación la creación de un único espacio común para fomentar: la competitividad internacional del sistema educativo europeo, la movilidad de toda la
comunidad universitaria y la formación a lo largo de toda la vida.
Así sus tres principales ejes son una revolución pedagógica, la movilidad y la adaptabilidad de las enseñanzas.
La nueva metodología docente se centra en el aprendizaje del alumnado, en la adquisición de competencias más que conocimientos teóricos. Para ello se introduce el nuevo crédito europeo o crédito ECTS (sistema europeo de transferencia de créditos), que sustituye el actual crédito basado en 10 horas lectivas del profesorado, por 25/30 horas de trabajo del estudiantado, ya que incluye no sólo las clases magistrales sino también las prácticas, tutorías, tiempo de trabajo en casa, preparación y realización de exámenes, es decir, el tiempo que realmente dedicamos al estudio. Cada curso tendrá 60 créditos, y constará de 36 a 40 semanas, lo que, haciendo cálculos conlleva a dedicar de 38 a 50 horas a la semana al estudio (50 horas es más que una jornada de ocho horas durante seis días a la semana). Esto nos convierte en estudiante a tiempo completo, de hecho es lo que se supone que debemos hacer tal como dice el real decreto, sin dejar tiempo a una autoformación, a trabajar a la par que se estudia, a organizarse o cualquier otra actividad extrauniversitaria. Y esto ya lo están comprobando compañeras de otras carreras que estén haciendo planes pilotos con clases por las mañanas y prácticas por la tarde sin tiempo para nada más.
Como segundo principio estaba la movilidad, que se basa realmente en la adaptabilidad de las distintas titulaciones de los diferentes países, lo que era el tercer punto fuerte de Bolonia, y ésta se consigue mediante una estructura común de todas las universidades europeas de tres ciclos de enseñanza: grado, máster y doctorado.
Las actuales carreras desaparecen y se crearán otras, o las mismas, no se sabe aún, estructuradas en ramas de conocimiento (humanidades, sociales, ciencias, ciencias de la salud e ingenierías).
El grado es una formación básica orientada a la actividad profesional. Tiene 240 créditos, de los cuales mínimo 60 son de formación básica, al menos 36 de ellos comunes a toda la rama, y el resto de la misma u otra rama o materias transversales. También un máximo de 60 de prácticas externas, de 6 a 30 del trabajo de fin de grado, y hasta 6 de otras actividades universitarias. Sumando tenemos que nos quedamos con curso o curso y medio con asignaturas propias de la titulación escogida, con lo que se entiende muy bien lo de la formación básica, en la práctica es un tercero de bachillerato.
El máster es una formación avanzada orientada a la especialización o iniciación en la investigación. Consta de entre 60 y 120 créditos, de los cuales entre 6 y 30 son del trabajo fin de máster.
Y el doctorado es una formación avanzada en las técnicas de investigación, sin créditos mínimos estipulados necesarios para completar el estudio del Programa de Máster. Solamente en el caso del doctorado el real decreto especifica que se dará un certificado que será condición necesaria para tener un contrato en las prácticas.
En estos dos últimos ciclos no existe sistema público de becas, sino las conocidas como becas-préstamo (esto hay que revisarlo: están los préstamos renta también k son para grado, máster y doctorado…), que se han de devolver cuando la persona que la haya solicitado tenga un trabajo en el que gane más de 1.500 euros al mes, y si eso no se cumple a los 15 años, pagarlo de todas maneras.
Quizás muchos de los cambios propuestos no nos parezcan tan desastrosos porque ya hemos empezado a sufrirlos o directamente nos suenen bien, de hecho, así en abstracto algunas reformas, como por ejemplo el aumento de las prácticas en la educación sí que es un cambio cualitativo para mejor y no basar la educación únicamente en clases magistrales donde el profesorado dicta y nos dedicamos a copiar lo que dice. Pero el problema es cómo se materializan esos cambios, de ahí la importancia de conocer cómo se gestó el proceso, ya que nos muestra la intencionalidad que hay detrás: convertir la educación en mercancía competitiva para intereses de las clases dominantes.
Así, y sin decir que el actual sistema educativo sea perfecto, ahora tenemos ya una estructuración de la enseñanza en ciclos, pero con la estructura grado-posgrado lo que se consigue es, por un lado, que la mayoría del estudiantado tenga una educación básica que consiste en capacidades, y flexible, adaptable al mercado laboral. Ahora entendemos a lo que se refieren con el aprendizaje para toda la vida: un constante reciclaje para adaptarnos al siempre cambiante mercado laboral, en el que las empresas externalizan costes: en vez de impartir la formación necesaria para un puesto concreto, ahora somos nosotros quienes tenemos que costearlo. De hecho, una de las ventajas del nuevo sistema dicen que es la mayor empleabilidad, lo que no dicen es en qué situaciones o condiciones. En definitiva, se convierte la universidad en una fábrica de precarias.
Y por otro lado, crear una élite intelectual, que será el estudiantado que pueda acceder a los master y doctorados, que serán quienes tengan los mejores trabajos, especializados (ahora ‘sobran’ las personas licenciadas). Tengamos en cuenta que ya no hay becas en esos ciclos y que la media del mínimo coste de matrícula de un máster es de 3.000 al año. De hecho, hace cuatro años, en Madrid, en un encuentro sobre educación europea se reconoció que la intención es que sólo el 10% del alumnado logre estudiar el doctorado.
Además, como serán los doctorados y másteres los que den más dinero a las universidades, intentarán impartir aquellos estudios más atractivos al estudiantado, que, teniendo en cuenta que tiene que devolver la beca cuando trabaje, serán aquellos en los que se pueda colocar más fácilmente. Así, debido a esta lógica de mercado, asignaturas como filosofía, filologías o historia quedan totalmente marginadas, lo que importa es la rentabilidad, no aprender lo que motiva e interesa a cada cual, como clientes debemos escoger aquel producto que más rentabilice en dinero en él invertido.
Entonces tenemos las que dicen que son las tres ventajas del EEES:
Movilidad: falso, no se promueve realmente si no dan ayudas suficientes, con lo que sólo podrán moverse aquellas personas que lo puedan pagar; además, ya existen los programas sócrates y erasmus, si van mal, que se aumente la cuantía de la beca.
Adaptabilidad: eso de que van a valer lo mismo las titulaciones por el hecho de que haya una estructura común es falso porque, por un lado, se crearán estatus de universidades de diferente prestigio, y por otro, no son adaptables totalmente: aquí en el estado español el grado es de 240 créditos, pero en el resto de países europeos es de 180.
Y la nueva metodología docente, no nos hace aprender más, sino que se rebaja la calidad de la enseñanza con el grado y la elitiza en el posgrado, nos hace estudiantes a tiempo completo y encima tenemos que pagar por el trabajo que hacemos en casa. Además, un aspecto que se quiere resaltar es la autonomía de las universidades, esto es, ellas serán quienes elaboran los planes de estudios y decidirán qué títulos impartir, sin que estén sujetas, como hasta ahora, a un catálogo del gobierno. Esto que en principio podría ser positivo por cuanto evita la constricción de las universidades a ciertas materias que el estado, pero en la realidad será una motivación para evitar aquellas carreras no rentables.
En general, si se ven como deficiencias tanto la falta de movilidad, la no adaptabilidad de las titulaciones y el actual sistema docente, podrían haber propuesto otras soluciones que no implicasen la introducción de la financiación privada y los criterios mercantiles. Podrían haber abierto un debate en la universidad en la que poder discutir qué educación queremos, qué fallos tiene el actual sistema, qué soluciones vemos; pero en la realidad éste ha sido un proceso totalmente antidemocrático, en el cual no se ha consultado ni al profesorado, ni al alumnado, ni al PAS, a pesar de que introducen mejoras supuestamente en nuestro beneficio.
una crítica ya comentada por un compañero, y es que la universidad de los siglos XVIII y XIX difícilmente puede calificarse de 'de masas', más bien la de comienzos del S. XX y depende de en qué países...
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